Los efectos del confinamiento a consecuencia del Covid-19 han afectado a todos los sectores de la economía, incluido el sector inmobiliario.

El sector de la construcción residencial, por ejemplo, estuvo parado solo dos semanas, pero la intermediación inmobiliaria ha sufrido un parón de dos meses hasta que hace unas semanas se puso de nuevo en marcha.

Aunque las ventas de viviendas cayeron durante el confinamiento, las noticias de estos días de vuelta al negocio son positivas: el interés (llamadas, demandas por correo electrónico, leads, etc.) por la compra de viviendas, y especialmente por la oferta de pisos en alquiler a largo plazo, ha vuelto a niveles similares a los de antes del confinamiento.

Uno de los impactos más importantes de la pandemia ha sido la caída drástica de la actividad turística, que ha afectado significativamente a la oferta de alquileres turísticos, una pequeña pero importante parte del sector inmobiliario. En Madrid y Barcelona representa entre un 5% y un 10% del total de la oferta de alquiler, mientras que en ciudades costeras como Málaga supera el 15%. Dada la escasez de oferta actual y la alta demanda de alquiler a largo plazo, algunos de estos apartamentos podrían entrar en el mercado tradicional o de largo plazo.

Parte del alquiler turístico se ha pasado a alquiler de temporada (por meses), a la espera de ver cómo reacciona el turismo y mientras este se recupera. A medio plazo, se espera que los clientes españoles salven el verano prefiriendo, con la pandemia actual, la privacidad de un apartamento y la posibilidad de cocinar y comer sin estar rodeado de otras personas, en lugar de alojarse en un hotel.

Este podría ser el caso de Galicia o en algunos sitios de Costa, pero destinos como Madrid, Barcelona, ​​Canarias o Baleares, muy dependientes del turismo internacional, difícilmente compensarán su pérdida. A los propietarios de apartamentos turísticos no les queda otra que estar en modo «esperar y ver» durante un tiempo.

En cualquier caso, no es realista pensar que el posible traspaso de viviendas destinadas al alquiler vacacional a alquileres tradicionales solucionará el problema de vivienda. Hay pocos estudios sobre el impacto del stock de inmuebles en alquiler vacacional sobre la oferta total y el nivel de precios en el que se ofertan. También es importante tener en cuenta que Airbnb nació como una forma de intercambiar casas por un tiempo limitado.

Por tanto, un apartamento que salga del circuito del alquiler vacacional no significa que se incremente la oferta de alquiler tradicional de uno más. Dependiendo de los sitios, entre el 20% y el 40% de la oferta corresponde a la modalidad «intercambio de casa». Además, muchos propietarios solo se plantean alquilar su vivienda si la rentabilidad es alta y lo que se obtiene con un alquiler a corto plazo no se consigue con un alquiler tradicional, que además si se firma un contrato de alquiler de vivienda según la LAU podría tener una duración de hasta 5 años.

La solución para el mercado de alquiler tradicional no es esperar a que se produzca una posible avalancha de apartamentos turísticos, sino aumentar la oferta de pisos en alquiler llevando a cabo una serie de medidas, como reforzar la seguridad jurídica de los propietarios para que les compense el riesgo de alquilar.

En un mercado donde se espera que los tipos de interés permanezcan bajo mínimo durante un tiempo y donde puede que el turismo internacional no regrese con la misma alegría, la rentabilidad del alquiler tradicional puede resultar bastante atractiva si el negocio del alquiler consigue no verse afectado por constantes cambios legislativos y políticos.

Además, tras meses de confinamiento se ha incrementado la demanda de viviendas ubicadas a las afueras de las grandes ciudades que ofrecen zonas comunes, como piscina o pistas de paddle, jardines y precios de alquiler más asequibles pudiendo alquilar más metros con un presupuesto inferior. Esta tendencia podría ser positiva para una oferta adicional de apartamentos en áreas donde los alquileres son escasos y costosos.

 

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