La situación que nos ha tocado vivir durante los meses de confinamiento ha puesto de manifiesto la importancia de los espacios de trabajo y de poder contar con zonas exclusivas para este fin, ya se encuentren estas dentro o fuera de las viviendas pero dentro del edificio.

En esta línea, la crisis provocada por el coronavirus ha provocado una tendencia creciente en otros mercados internacionales, donde parte de las zonas comunes de los edificios residenciales se están destinado a coworking para adaptarse a los nuevos hábitos laborales de sus residentes. Algunas de estas zonas están abiertas incluso a no residentes, lo que aportaría unos ingresos adicionales para la comunidad.

Las promotoras de edificios residenciales han tomado nota y están incluyendo espacios de coworking como una característica más que aporta valor dentro de las zonas comunes.

Esta tendencia se está produciendo no solo en las grandes ciudades sino también en las zonas costeras y vacacionales ya que uno de los cambios que ha traído la crisis sanitaria es que las empresas se han dado cuenta de que se puede trabajar perfectamente desde cualquier sitio, que ya no tiene por qué ser únicamente en un edificio de oficinas.